Nunca imaginé que me acabaría follando al pajillero de mi amigo Miguel, pero un día me pregunto con su habitual tono de voz ¿Oye, las mujeres eyaculan? Entonces me eché a reír al oír semejante estupidez de pregunta. Pero al ver su avergonzada cara comprendí que realmente no lo sabía y me dio tanta pena que al final decidí enseñárselo personalmente.